
.Esta magnífica novela —cuidada hasta el último detalle por su autor, y depurada en su lenguaje gracias a la labor que con maestría llevan a cabo Stephany Rojas Wagner y Freddy Yezzed en Abisinia Editorial— nos muestra, entre otras cosas, que un escritor es quien tiene una manera particular de mirar las cosas, al tiempo que conquista una expresión artística para esa manera de mirar. Y en el caso de Gregorio Uribe la mirada y la expresión se afinan en la curiosidad, en el asombro y en la sensibilidad de niño, en el cultivo de sí y, muy especialmente, en el ritmo, y en el espíritu musical que lo constituyen. Y también nos muestra su novela, que, como lo dice Piedad Bonnett, «Lo terrible es el borde, no el abismo».
152 páginas.